CRÓNICA #7: Dios me mostró una vez más que aún no quiere que deje este mundo
- Club de Conquistadores AD-Venir Miraflores
- 12 may 2017
- 2 Min. de lectura

Escrito por Luis Aguirre
Él es Coordinador Distrital
Aspirante a Guía Mayor
A mi parecer, creía que sería como cualquier caminata sin esperar nada fuera de lo normal.
Ni bien empezamos la caminata por el Valle de los Ancestros, pensé que seria algo aburrida, pero ni bien llegamos al verdadero reto me di cuenta que seria una caminata inolvidable para mi y para los líderes y conquistadores. Cada ladera, que dislumbraba un camino, era un reto diferente y que a medida que seguíamos la dificultad subía gradualmente.
Si bien en este reto se podía ver el coraje y valor de los conquistadores, de igual manera de los líderes, quienes no se quedaban atrás. Unos más aguerridos que otros. Según yo, me pereció una caminata enriquecedora, pues Dios me mostró una vez más que aún no quiere que deje este mundo, motivo más para seguir teniendo confianza y reforzar mi fe en él.
A pesar de que me dejó agotado la caminata, a la hora de buscar trufi, no cambiaría por nada del mundo cada minuto de esa caminata, ya que lo recordare por el resto de mi vida. Y en la de los conquistadores, simplemente fue una experiencia única, repleta de aventura, compañerismo camaradería, donde vi que los conquistadores aprendieron a confiar en los líderes de su club reafirmando los lazos de amistad de conquistador- líder.
Una de las cosas que puedo resaltar es la perseverancias tanto de los líderes como la de los conquistadores, siendo este uno de los aspectos donde yo no podía quedarme atrás. Al margen de mi cargo, lo que más quería demostrar es que no importa el tamaño o lo que los demás piensen. El ser valeroso depende de dos cosas: la primera de Dios y la segunda de uno mismo.
Me alegró ver en los líderes ese cariño hacia los conquistadores, que lo demostraron en la preocupación y en la forma de aliento a los conquis de no tener miedo. Eso, para mí, fue algo conmovedor que con mucho esfuerzo aguante las lágrimas que querían brotar. Si bien nadie salió de la caminata limpio, se vivió momentos de alegría y también de tristeza ya que un perro nos acompañó hasta cierta parte del trayecto hasta que no pudo más, algo que Pablo, el director del club, comentó es que en cada caminata que teníamos como club, siempre hubo un can acompañando. Creo yo que es una forma en la que Dios cuidaba a los conquistadores y líderes. Esta caminata nos ayudó a crecer como personas y sobre todo, como hijos de Dios.
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